jueves, 26 de agosto de 2010

Un hombre sabio


Ha muerto un hombre sabio. Ha muerto un maestro. Ha muerto un hombre honrado. Ha muerto un hombre inteligente. Ha muerto un hombre creativo. Ha muerto un hombre entrañable. Ha muerto Don Guillermo Blanco.

Todos sabemos, y es una verdad indiscutible, que fue un extraordinario escritor, un académico destacado y un periodista comprometido con la libertad y la democracia.

Y sabía eso cuando le conocí al asumir él la presidencia del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, durante el Gobierno del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Allí se inició un tiempo privilegiado de trabajo con Don Guillermo. Desde ese momento y hasta su fallecimiento, descubrí y conocí a un ser humano de una humildad que nos conmovía, con un gran sentido del humor, de una rectitud a toda prueba, y con una voluntad inclaudicable de servicio a la comunidad.

Así era Don Guillermo. Nunca le pude decir Guillermo. Y creo que, a pesar de sus esfuerzos por convencerme de eliminar el Don, le nombrada y hablaba de esa manera por el profundo respeto que siento y sentí por su capacidad intelectual, por su talento creador, por su valentía para luchar por la libertad en tiempos dictatoriales, por su calidad ética, por su humildad y tremenda sabiduría.

Agradezco a la vida la oportunidad de haber conocido un ser humano como Don Guillermo y espero, aunque sea mínimamente, haber respondido a tanta generosidad que nos ofreció gratuitamente a tantos y a tantas que le conocimos personalmente.

Hoy hemos perdido a un hombre sabio. Qué difícil es cultivar la sabiduría. Y más difícil aún en un tiempo en que se valora al ser humano por cuánto gana o qué cargo ocupa en la empresa o el Estado. 

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