martes, 14 de diciembre de 2010

Nuevos bibliometros?, nuevas bibliotecas?....Silencio, silencio

Esperé como muchos por meses. Sabía que la nueva biblioteca pública de la comuna de Independencia estaba lista para ser inaugurada en diciembre del año 2009 y que el Alcalde de Derecha se había negado a hacerlo con nosotros y nuestra Presidenta. Sabía que los cinco  bibliometros proyectados construir y habilitar para el 2010 estaban plenamente financiados y concordadas las Estaciones con la Empresa Metro de Santiago. Sabía que todas las nuevas bibliotecas públicas anunciadas por el Gobierno de la Presidenta Bachelet, estaban absolutamente financiadas y en desarrollo.

Y hemos llegado al mes de Diciembre del 2010 y sólo existe silencio público de la DIBAM y su nueva directora. ¿Cuándo se inaugurarán los 5 nuevos bibliometros planificados, financiados y comprometidos a la ciudadanía?, ¿cuándo se inaugurarán las nuevas bibliotecas públicas para cumplir la promesa del Bicentenario?. 

Tenemos derecho a preguntar pues en cuatro años construimos y habilitamos 7 nuevos bibliometros , con atractivos diseños y excelentes colecciones en las Estaciones de Puente Alto, Vespucio Norte, Quinta Normal, Escuela Militar, Franklin, Plaza Egaña y La Cisterna ; 5 de los cuales se habilitaron el año 2009 como inicio de un programa de duplicación de los Bibliometros para el Bicentenario. Además, desde el año 2008 llevamos adelante un ambicioso programa de construcción de bibliotecas públicas, inaugurando en dos años estos amplios, bellos y altamentte calificados espacios culturales en Cerrillos, Licantén, Til-Til, Pemuco, Alto Bío-Bío,   Marchigûe, Quinta Normal y varias otras comunas y dejamos practicamente listas otras bibliotecas como Independencia, y financiado y en desarrollo el programa en su totalidad.

Conjuntamente con lo anterior, el año 2008 inauguramos una extraordinaria Biblioteca Regional en Coyhaique e iniciamos proyectos similares con sus respectivos convenios en las regiones de Antofagasta, Los Lagos , Coquimbo, y Arica y Parinacota.

¿Es esta la nueva forma de gobernar?, ¿ es que el Gobierno de Piñera no tiene capacidad de ejecutar un programa cultural, de gran impacto social, íntegramente financiado y en pleno desarrollo?.

Tal vez lo que ocurre es que con la llegada de "este eficiente Gobierno", la DIBAM perdió parte significativa de su equipo de profesionales que desde hace ya más de 10 años permitían a esta importante institución pública cumplir una muy eficaz y eficiente tarea cultural para el conjunto del país. Lo lamentable es que muchas comunidades y parte muy significativa de la ciudadanía pierde por las decisiones arbitrarias y de persecusión política de la actual Directora de la DIBAM y de este Gobierno.

La pregunta final es ¿dónde están estos recursos?, ¿algún día se inaugurarán esas bibliotecas y bibliometros?. A lo mejor habrá que esperar que estos tres años que faltan pasen volando para volver a reinstalar una política de promoción de la lectura y de acceso  equitativo a los libros y diversos soportes de lectura, política inciada con tanto esfuerzo y creatividad por Marta Cruz Coke, Clara Budnik y tantos y tantas profesionales de la DIBAM y de los municipios a lo largo y ancho de nuestro país.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Despidiendo un complejo camino de cultura democrática.

La decisión del Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Ministro Luciano Cruz- Coke, de despedir a cerca de 70 funcionarios en un día - el fatal martes 30 de noviembre- obedece a dos razones fundamentales. Se trata de castigar políticamente a profesionales y trabajadores administrativos que habiendo ingresado con anterioridad al inicio del Gobierno de Piñera, eran sospechosos de no compartir el discurso cultural de la Derecha; y, al mismo tiempo, se despide a personas bien evaluadas para abrir los espacios institucionales para los "necesarios cambios " para una política cultural de Derecha.

Habiendo trabajado diez años en la División de Cultura del MINEDUC, antecesora del actual Consejo, y habiéndome vinculado con este servicio público tanto en la gestión encabezada por el Ministro José Weinstein como la Ministra Paulina Urrutia; tengo la certeza que los profesionales despedidos eran parte de esta entidad pública por su interés de servir en el ámbito de las políticas públicas y su compromiso con el desarrollo cultural. Quienes fueron despedidos eran personas honestas , capaces y bien evaluadas ahora por las actuales autoridades y, también , por las anteriores. Me consta, adicionalmente, que en su inmensa mayoría no tienen militancia política, más allá de reconocer que, como la mayor parte de los creadores y cultores, tienen una visión política distinta a la coalición gobernante. Asimismo, son personas que muchas veces expresaron una opinión decidamente contraria a decisiones de los gobiernos dirigidos por la Concertación, pues siempre entendieron que su libertad no era objeto de compra.

Entonces, la decisión del Ministro Cruz - Coke es injusta y arbitraria pues no tiene fundamento en una deficiente gestión de los funcionarios despedidos. Peor aún, el Consejo contará con los recursos para pagar remuneraciones y honorarios; por lo cual es esperable que, sin concurso público, los cargos vacantes sean llenados por "los amigos del Gobierno".

Pero ¿por qué el Ministro toma una decisión tan injusta? Pienso que está notificando al mundo cultural de la necesidad de respondar favorablemente " a la exigencia de lealtad al Gobierno de Piñera". Y se equivoca pues nunca los creadores y cultores se han dejado comprar por el mejor postor. Si en tiempos más dolorosos, de peligro, de censura y persecusión los artistas no callaron, menos lo harán ahora.

Sin embargo, existe una segunda razón más compleja aún pues se ha dicho por autoridades del Consejo que "aquí viene un cambio". Y ese cambio es hacer, en primer lugar, profundas transformaciones en el Departamento vinculado a la creación artística, para desplazar recursos e iniciativas hacia el "mercado cultural". Y vinculado a ello, en segundo lugar , modificar la institucionalidad de los fondos concursables para posibilitar el servicio de estos recursos a la política cultural que desplaza el interés público desde creadores, cultores y organizaciones culturales a los productores y dueños de cines, de sellos discográficos, de salas de teatro, etc.

Y esta política cultural no tiene que ver con la natural y compartida preocupación en torno al acceso equitativo de la población a los bienes culturales, la creación de audiencias, ni la difusión y divulgación de información de la oferta cultural. La política cultural del Ministro Cruz-Coke está radicada en los empresarios "culturales" y en hacer de Chile un buen espacio de locación para el cine norteamericano.  

La pregunta es si nos quedaremos en silencio frente a tanta locura. La pregunta es si los creadores, cultores y organizaciones culturales no dirán nada frente a una política cultural que destruye los fundamentos de una política cultural democrática construida con tanto esfuerzo y participación ciudadana. La pregunta es si nos quedaremos callados frente a este despido arbitrario de tanta gente que desde el '90 luchó por crear una institucionalidad pública que tuviera en el centro de su quehacer a los creadores y a todo el país, con la convicción que la cultura no puede estar al servicio del mercado. 

lunes, 29 de noviembre de 2010

El peligro de los nuevos relatos televisivos sobre nuestra frágil historia y la memoria sobre esa historia.

Debo confesar que poco frecuento la televisión abierta. Tal vez es un pecado de soberbia y de omisión cultural. Entonces, pido perdón pues, además, muchas veces ello me impide ver aspectos relevantes sobre mi país, nuestro país.

Hoy por casualidad vi un fragmento del espacio matinal del Canal 13 que difundía un recuento de la famosa serie de "Los ’80", y me quedé viendo la pantalla, muy grata allí. Sin embargo, a poco andar las imágenes de la serie fueron interrumpidas por un elaborado programa periodístico sobre las características sociales, económicas, políticas y culturales de la década de los ochenta, y para mi asombro y luego estupor se mostraba un país distinto al que millones de chilenos y chilenas vivimos y sufrimos esa década. Incluso se frivolizó el surgimiento e influencia de Los Prisioneros. Jamás se habló de la Dictadura, de las protestas sociales, de la crisis económica del 82 y menos aún de los crímenes de Tucapel Jiménez, Eduardo Frei Montalba y el secuestro y degollamiento de Parada, Guerrero y Nattino. En su programa , para caracterizar la década de los ochenta en Chile, el Canal 13 relevó peinados tipo “melena de felino”, blusas grandes y con hombrera y “un país que se abre al mundo”, junto con mostrar imágenes de Heidy y otras seriales infantiles. En el relato del Canal 13, en los '80 sólo se ven rostros sonrientes, gente bailando y músicos internacionalmente famosos , cantando.

¡Qué juego más perverso el de tergiversar la historia y el intento de sustituir el relato colectivo construido por una comunidad en torno a ese período de la historia!. La memoria es el relato que construye una comunidad sobre situaciones y momentos vividos en el pasado, y es ese relato el que se transmite a las nuevas generaciones. En ese relato no sólo se inscriben datos sino, también, información subjetiva sobre el impacto en la vida de quienes compartieron el período histórico.

Es cierto que cada ser humano tiene el derecho y el deber de memoria, pero es muy discutible el derecho de un medio de comunicación a construir un nuevo relato colectivo, construcción realizada sin participación de la comunidad cuya memoria se quiere modificar. Y este intento de relevar hechos irrelevantes y omitir o silenciar hechos relevantes en la vida de una comunidad, es más grave aún cuando lo realiza un medio de comunicación de impacto masivo como lo es la televisión. Aquí se puede estar gestando un intento profundo de "cambiar la historia" para las nuevas generaciones; al igual que los intentos del Presidente Piñera de hacernos creer que luchó por los derechos humanos en aquella època de la Dictadura Militar o de Régimen Militar , como lo llama la Derecha.

Tal vez los directivos de Canal 13 no saben lo ocurrido hoy en su matinal. Si es así, es esperable mayor rigurosidad profesional en el tiempo que viene, pues aquí se está jugando con la historia personal y colectiva de millones de chilenos, aquí se está vulnerando un derecho humano fundamental: el derecho a nuestra memoria.





viernes, 26 de noviembre de 2010

Escuchen…dicen que sobre 13 millones de chilenos dijeron que les gusta la música chilena y reclaman pues nadie les quise escuchar….

Hoy se inauguró PULSAR "10, la primera versión del Mercado de la Música Chilena. Sí, allí en el hermoso Centro Cultural Gabriela Mistral. Con una imagen atractiva, 50 expositores :músicos, casas discográficas, medios de comunicaciones, empresas de comercialización de instrumentos musicales y muchos otros, nos invitan a darnos cuenta, una vez más, que nuestra música está viva y tiene una oferta extraordinariamente abierta, plural y atractiva.

Esta iniciativa, organizada por la SCD y la Fundación para la Música- de la cual tengo el honor de ser parte de su Consejo Directivo- es una respuesta contundente a la necesidad de abrir nuevos espacios de conocimiento, valoración y distribución de la música chilena en todas sus expresiones. Pero, al mismo tiempo, es una forma seria y rigurosa de hacerse cargo del masivo interés por la música nacional que evidencia el estudio realizado por ADIMARK este año.

En septiembre de este año, en estudio nacional de ADIMARK, un 78% de los(as) chilenos(as) declaró que le gusta la música chilena y un 85% manifestó respaldar el Proyecto de Ley que obliga a las radios a difundir esta música. Las mujeres expresamos un interés de un 82%, cifra superior al 74,7% de los hombres, mientras que los mayores porcentajes de gusto por nuestra música se ubican en las personas de 31 años en adelante, evidenciándose un apoyo de 82,7% en las personas mayores de 41 años. Por otra parte, un 38,7% de las personas declaran escuchar bastante música chilena y un 20,3% “muchísima”, mientras que sólo 3,8% manifiesta que no escucha “nada” de esta música. Consultados los chilenos en este estudio si les gustaría escuchar más música chilena, un 90,9% afirma que si.

Entonces, permítanme preguntar ¿escucharon?, si, pero siguen sin escuchar muchos directores y responsables de programación de los canales de televisión abierta, y de muchas radios de nuestro país; todas ellas ocupan frecuencias y espacios virtuales que son de propiedad del conjunto de la sociedad chilena.

A todos, en especial a aquellos que aún no se han permitido el regalo de investigar y buscar a tantos valiosos músicos chilenos, les invito a visitar este Primer Mercado de la Música Chilena. Lo pasarán espectacular. Además, descubrirán que han perdido un buen tiempo y que es necesario recuperarlo rápidamente.

jueves, 21 de octubre de 2010

Líbrelos, Señor, de la televisión…. Y no sé si perdonarles porque saben lo que hacen….

Como casi todos y todas, seguí muy de cerca la experiencia vital extrema sufrida por 33 seres humanos atrapados en la Mina San José y me alegré profundamente por su exitoso rescate. Y agradecí a la vida, a sus familias y al Gobierno por tanto apoyo y esfuerzo para permitirles continuar viviendo. Me conmoví por su capacidad de resistir tanto tiempo en tan inhumanas condiciones, sabiendo que yo no sería capaz de ello. Y creí sinceramente, una vez más, que todos estaríamos a la altura ética y moral de esta experiencia límite de otros seres humanos.

Y una vez más me equivoqué. La frivolidad que ha llenado los pasillos , set y decisiones de los canales de televisión en estos últimos 15 años no podía respetar el derecho al dolor compartido íntimamente, el derecho al silencio, el derecho al descanso emocional y físico de los mineros que estuvieron más de dos meses atrapados a casi 700 metros de profundidad. La televisión chilena ha jugado a mansalva con la honestidad de estos seres humanos y sus familias. La televisión chilena ha traspasado todas las barreras aceptables éticamente con tal de elevar sus rating y consecuentemente mejorar sus arcas. Y lo ha hecho exacerbando la morbosidad y el interés de muchos por conocer detalles de lo que ocurrió allí, al fondo de la mina. La televisión les busca, les ofrece celebridad y dinero para que hablen e incluso formalicen deseos expresados en el encierro y, entonces, pidan en un set de televisión matrimonio a sus mujeres.

La televisión estos días nos ha recordado que hace ya muchos años es capaz de destruir en segundos la nobleza de una gesta humana tan profunda, que es capaz de hacernos vender la “primogenitura por un plato de lentejas”. Ahora la televisión no repara en la necesidad de descanso y de intimidad de los mineros y sus familias; mañana les dejará sin darles explicación alguna y pasará a la próxima cacería.

Los 33 mineros podrán tener un poco de silencio, pero con mucha dificultad se recuperarán y sanarán de la frivolización de sus vidas y de su experiencia a la cual fueron sometidos por nuestra querida teve.

Tomar conciencia sobre la profundidad de esta crisis de un medio de comunicación tan relevante es un paso indispensable para comprometernos a un cambio que yo, por lo menos, considero urgente.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Político o Parlamentario, usted elige, pero las dos “cosas”: NO

La decisión de cuatro Diputados de adherirse a la Huelga de Hambre que 34 comuneros mapuches mantienen por ya 63 días, ha dado pie para afirmaciones insólitas de ministros de Estado, de parlamentarios de Gobierno y de algunos periodistas. Estos “expertos “nos han recordado que los parlamentarios deben dedicarse a legislar y no a meterse en temas o conflictos sociales. Dicen “o son parlamentarios o se dedican a politiquear”. Perdón, creo no entender. Disculpen que sea tan tonta, ingenua o ignorante. No sabía que las personas elegidas por la ciudadanía para integrar el Parlamento eran “apolíticas”. Disculpen, me aferré a la vieja y extendida noción de la política como la preocupación por la “ciudad” o sociedad, por su gobierno, por su desarrollo, por la representación de intereses de sectores de la sociedad que nos enseñaron desde la antigua Grecia como la Política. Perdonen, creí que los parlamentaros eran políticos, que por eso los elegíamos, para legislar y representarnos en nuestras preocupaciones, intereses sociales, culturales, económicos, ideológicos, medio ambientales, etc.

Disculpen, creí que los políticos podían llegar al Parlamento. Creí que los parlamentarios eran políticos. Lo siento, perdón, creí que los parlamentarios debían y podían expresar legítimamente su apoyo y respaldo a causas nobles de la sociedad, y relevar – hacer más visibles- los problemas que la sociedad y el Gobierno deben resolver.

Y sí, perdón, me casé con un político; un político que luchó contra la Dictadura en nuestro país. Un político a carta cabal. Un político que ha sido elegido sies veces por la ciudadanía de Talca para ser Diputado, y que felizmente no ha olvidado que es un político, y que por ello es su deber preocuparse y ocuparse de los temas que más le afectan a nuestro pueblo.

Gracias a Dios que aún quedan parlamentarios políticos y políticos que son elegidos para integrar el Parlamento. Y gracias a estos cuatro Diputados por ayudar a visibilizar una dramática y compleja situación que afecta a diversas comunidades mapuches y a sus dirigentes presos y en huelga de hambre; huelga de hambre que casi no existía en los noticieros de televisión y en las páginas de diarios y revistas. Algo han ayudado “estos ridículos diputados” para que tomemos conciencia de la urgencia y relevancia de asumir este tema como país.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La música: manifestación de la capacidad creadora del ser humano y un acervo fundamental para la construcción de imaginarios colectivos y sentidos de pertenencia.

La decisión de la Cámara de Diputados de Chile de legislar para exigir que, a lo menos, un 20% de la música difundida por las radioemisoras sea aquella creada o interpretada por chilenos y chilenas, ha desatado la crítica y rechazo de la ARCHI pues, a su juicio, amenaza la libertad de expresión consagrada en la Constitución Política.

Los detractores de esta decisión de legislar a favor de una mayor difusión de la música nacional nada dicen sobre la propiedad extranjera de la inmensa mayoría de las radioemisoras de nuestro país y que, por ende, responden a políticas editoriales y comerciales de otros países latinoamericanos, europeos o norteamericanos. No es casualidad, entonces, el gran espacio que esas cadenas radiales dan a determinados artistas, casi siempre de otros países y de grandes sellos extranjeros. Más aún, muchas veces creadores(as) e intérpretes chilenos(as) son difundidos en las radios porque resulta evidente que la ciudadanía los está escuchando por otros canales o vías. La ARCHI nada dice, tampoco, sobre el positivo efecto que han tenido legislaciones de cuotas consagradas en países como Argentina, Brasil, Francia y México, entre otros; allí donde se han consagrado espacios para que la ciudadanía pueda conocer a sus músicos y escuchar sus obras, se ha generado una conciencia de valoración de la creación de sus artistas y esas obras han contribuido a conformar nuevos imaginarios, nuevas referencias simbólicas y, también, han contribuido a constituir nuevos elementos identitarios o a reforzar y enriquecer los existentes.

La ARCHI y los detractores a una Política Pública que asegure una mínima condición de equidad para nuestra música, olvidan o pretenden olvidar la importancia de ésta como expresión de la creatividad del ser humano que habita un territorio geográfico y simbólico. Les conviene olvidar que la música, también, es manifestación de la cosmovisión de una comunidad, de sus orígenes más profundos y de sus propios sueños de humanidad; la música es también expresión de los sentidos más esenciales del estar y habitar el mundo en un tiempo dado, de los ritmos, de los silencios, de las formas de celebración, de los ritos, de relatar la propia historia, de memoriar y visibilizar lo invisibilizado.

Entonces, tenemos derecho como sociedad a decir BASTA. Ese espacio virtual comunitario que usan las radios y la televisión no puede usarse sólo para difundir los imaginarios de creadores y cultores de España, Estados Unidos y de otras comunidades nacionales. Peor aún, no puede usarse sólo para difundir e instalar imaginarios útiles a grandes conglomerados económicos e ideológicos transnacionales.

Esta potente señal del Parlamento de reconocimiento a la relevancia de la música en la construcción de imaginarios sociales, creo , también, nos invita a observar la negación,  omisión, silenciamiento de la música de raíz folclórica o tradición oral y de la música popular, por parte del Premio Nacional de las Artes Musicales. No se trata de objetar las competencias de la actual galardonada con este Premio, más bien es necesario tomar conciencia sobre la tremenda deuda que tenemos desde el Estado, en este Gobierno y los anteriores, para reconocer manifestaciones populares de nuestra música , la cual, por lo demás, ha tenido y tiene grandes y extraordinarios cultores.

jueves, 26 de agosto de 2010

Un hombre sabio


Ha muerto un hombre sabio. Ha muerto un maestro. Ha muerto un hombre honrado. Ha muerto un hombre inteligente. Ha muerto un hombre creativo. Ha muerto un hombre entrañable. Ha muerto Don Guillermo Blanco.

Todos sabemos, y es una verdad indiscutible, que fue un extraordinario escritor, un académico destacado y un periodista comprometido con la libertad y la democracia.

Y sabía eso cuando le conocí al asumir él la presidencia del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, durante el Gobierno del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Allí se inició un tiempo privilegiado de trabajo con Don Guillermo. Desde ese momento y hasta su fallecimiento, descubrí y conocí a un ser humano de una humildad que nos conmovía, con un gran sentido del humor, de una rectitud a toda prueba, y con una voluntad inclaudicable de servicio a la comunidad.

Así era Don Guillermo. Nunca le pude decir Guillermo. Y creo que, a pesar de sus esfuerzos por convencerme de eliminar el Don, le nombrada y hablaba de esa manera por el profundo respeto que siento y sentí por su capacidad intelectual, por su talento creador, por su valentía para luchar por la libertad en tiempos dictatoriales, por su calidad ética, por su humildad y tremenda sabiduría.

Agradezco a la vida la oportunidad de haber conocido un ser humano como Don Guillermo y espero, aunque sea mínimamente, haber respondido a tanta generosidad que nos ofreció gratuitamente a tantos y a tantas que le conocimos personalmente.

Hoy hemos perdido a un hombre sabio. Qué difícil es cultivar la sabiduría. Y más difícil aún en un tiempo en que se valora al ser humano por cuánto gana o qué cargo ocupa en la empresa o el Estado. 

viernes, 6 de agosto de 2010

EDITORIAL DE EL MERCURIO: una vergüenza e insulto a los creadores y cultores chilenos.

En Editorial titulada “Fondos para la Cultura”, El Mercurio hace una afirmación grave e inaceptable y que, a mi juicio, constituye una ofensa para miles de creadores, cultores y académicos que a lo largo de 18 años han sido evaluadores y jurados del FONDART, y otros miles de creadores y cultores, como también corporaciones y fundaciones culturales, que han presentado proyectos y han obtenido el apoyo del Estado a través de este Fondo Concursable.

Volviendo a sus “viejas andadas” de toda la década del ’90, El Mercurio afirma que felizmente los resultados de este año de los fondos cursables dados a conocer por el actual Ministro de Cultura, permiten pensar que “La percepción de que una considerable porción de los recursos y apoyos favorecía principalmente a iniciativas bastante discutibles, pero vinculadas a intereses de sectores proclives al gobierno de turno muestra signo de estar perdiendo motivos para mantenerse. En ese sentido, las nuevas autoridades parecen estar avanzando”. Esta afirmación de El Mercurio niega el sustantivo aporte del FONDART al desarrollo de las artes, en sus distintas disciplinas, su contribución al cine y otras industrias culturales, al acceso creciente de nuestra comunidad a bienes culturales de gran diversidad y pluralidad de contenidos y soportes, como, asimismo, a procesos de recuperación de memoria e identidad cultural local y regional

El Mercurio con su editorial ofende, igualmente, a tantos creadores, compañías de teatro y de danza, y a cientos de agrupaciones culturales que legítimamente, sin ninguna vinculación política, y evaluados por sus pares, ganaron el FONDART estos años.

Finalmente, El Mercurio vuelve solapadamente a decir lo que antes dijo abiertamente: “el Estado no debe financiar obras inmorales, que no sean bellas o edificantes”. Sí, porque la Derecha y El Mercurio siguen concibiendo el arte y la cultura con criterios restrictivos y decimonónicos.

El punto es que los creadores y cultores, y quienes fuimos parte de esta experiencia desde el Gobierno, no podemos aceptar tanta falta de respeto en contra de una Política Pública y un instrumento de financiamiento cultural que fue y es obra de la propia comunidad cultural. El FONDART fue pensado por los creadores, nació por la exigencia de la comunidad cultural y sobre principios fundamentales de pleno respeto a la libertad de creación y expresión, y evaluación de pares. Menos mal que el Ministro Cruz-Coke ha tenido la inteligencia de respetar esta historia y principios del FONDART, y ojalá no escuche la voz de El Mercurio que tanto y tan violentamente persiguió al FONDART desde su creación y hasta hace muy poco tiempo.

domingo, 1 de agosto de 2010

FONDART: Un programa cultural para la reconstrucción de una cultura democrática en Chile.

El actual Ministro de Cultura ha dado a conocer los esperados resultados de los diversos concursos de fondos concursables, en especial del FONDART, confirmando el significativo rol de estos instrumentos públicos en el desarrollo cultural de nuestro país y el reconocimiento del Estado a la relevante labor que realizan los creadores y cultores.


Y lo de hoy es posible por lo que ayer realizaron los propios creadores y los Gobiernos de la Concertación.

El FONDART es imaginado y soñado en Dictadura para nacer en Democracia. El Fondo Nacional de Desarrollo de las Artes y la Cultura –FONDART, creado el año 1992, es resultado del activo compromiso de los creadores y cultores con la lucha democrática de nuestro país en el contexto de la Dictadura Militar, como, también, de la experiencia de censura y diversas formas de restricción a la libertad de expresión que se dio en ese período de nuestra historia.


Los artistas, corporaciones, fundaciones, organizaciones culturales y sociales en general, sabían lo que era trabajar en Dictadura. Sabían que no sólo era tarea difícil sobrevivir económicamente, también sabían lo que era ser detenidos y procesados por los contenidos de sus obras. Muy frecuentemente los teatros eran clausurados para impedir funciones del Grupo ICTUS y de la Compañía Teatro Imagen, entre otras, y de muy diversos directores y dramaturgos. El recuerdo de las fogatas con miles de libros quemándose en las calles de Chile los primeros meses después del Golpe Militar del 73 era una imagen que se reavivaba con cada acción de censura contra un escritor o libro. La muerte de Víctor Jara, Jorge Peña Hen y muchos creadores era una marca dolorosa de CONTROL y CENSURA. Marca de un régimen que creía en el Mercado pero no en la libertad de expresión y creación. De un régimen que le tenía miedo a los creadores y al arte.

En este contexto, desde los primeros días después del 11 de Septiembre del ’73, cultores y creadores, silenciosamente a veces ,más fuertes más adelante, levantaban la voz, la guitarra, usaban el escenario, escribían poesía y prosa, para hablar de las violaciones a los derechos humanos y la ausencia de Libertad. Miles de obras son emblemáticas de ese período. Grupos como Illapu, Santiago del Nuevo Extremo, Inti Illimani y Congreso, en esa época crearon obras que marcaron a varias generaciones y se constituyeron en himnos a la Libertad.

En la compleja tarea para ganar el Plebiscito del año 1988, los rostros, nombres, ideas, creatividad y pasión de cientos de creadores se funden con los partidos políticos, dirigentes sociales y líderes más políticos, para lograr el rechazo masivo de la ciudadanía al General Pinochet. Y luego, cuando la opción No gana ese histórico 5 de Octubre del año 1988, legítimamente celebran con el pueblo la dura victoria.

Es ese el momento histórico para los creadores y cultores chilenos. Han jugado un rol destacado en la lucha por la Democracia. Se han ganado el derecho a opinar sobre cómo será la democracia que se construye tras la salida del Dictador. Y lo primero que exigen, más allá de verbalizarlo, es sentarse a la Mesa para decir lo que piensan. Y luego, canalizan una propuesta inédita para Chile: crear un programa gubernamental para financiar proyectos artísticos y culturales, con pleno respeto a la libertad de creación. Y ello queda plasmado en el Programa de Gobierno del Candidato por la Concertación de Partidos por la Democracia, Patricio Aylwin.

Allí se forjó el acuerdo cultural y social que dio origen a la decisión del Ministro de Educación Ricardo Lagos, el año 1991, para incluir en el Proyecto de Presupuesto para el Sector Público, la suma de 750 millones de pesos, para financiar proyectos artísticos y culturales. Con ello, el Presidente Patricio Aylwin, cumplió la promesa. Y para hacerlo, el entonces Ministro Ricardo Lagos, forjó las Bases de este Fondo Público: evaluación de pares y el respeto irrestricto a la libertad de creación.

El año 1992 inicia su vigencia, pues la Ley de Presupuesto para el Sector Público lo ha contemplado, con los votos de los parlamentarios de la Concertación. Se dicta el respectivo Reglamento, mediante Decreto Supremo, y con la dirección técnica de Gonzalo Vío, Sergio Sánchez y la colaboración administrativa de la División de Cultura del Ministerio de Educación, se empieza a trabajar, dialogando con los artistas individualmente o representados por las agrupaciones gremiales de cada disciplina. Se asignan todos los recursos ese año, a los cuales se suman alrededor de 130 millones de pesos aportados por el Gobierno Sueco.

El 2 de Enero del año 1993, invitada por el Ministro de Educación Jorge Arrate, me integro a dirigir la Secretaría Ejecutiva del FONDAT, tarea cumplida a cabalidad el año 1992 por Gonzalo Vío. Allí se iniciaría una labor de 10 años, la cual concluye por mi decisión de no aceptar actos contrarios a la libertad de expresión y creación.

Fue un tiempo complejo para el FONDART porque fue un tiempo complejo para Chile. La Transición Democrática fue un proceso largo, tensionado y doloroso. Dos graves acciones de amenaza a la democracia por parte de los militares se verifican en el Primer Gobierno de Retorno a la democracia, uno de ellos el denominado “Ejercicio de Enlace”. La clarificación y justicia en los casos de Violaciones a los Derechos Humanos avanzan o retroceden según voluntad del Ministro o Juez que vea un causa; se dictan las Leyes Cumplido para avanzar “en la medida de lo posible” en la Verdad y Justicia, se descubren los cementerios ilegales con restos de detenidos desaparecidos en Pisagûa. Se negocia políticamente la no investigación de temas económicos del Dictador y se socializa el Informe de la Comisión Rettig que reconoce oficialmente las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la Dictadura Militar que encabezó Augusto Pinochet.

Es en el Gobierno del Presidente Eduardo Frei Ruiz- Tagle que se puede contemplar “una aparente normalidad institucional”. Y vemos un Gobierno más abocado al crecimiento económico y a la instalación de Chile en los mercados internacionales, etapa en la cual el FONDART quintuplica sus recursos. La elección de Ricardo Lagos como Presidente de la República el año 2000, por su adscripción histórica a la Izquierda chilena, simbólicamente sellaría el cierre de la Transición en su dimensión política, pues con ello se evidenciaría la aceptación de “las reglas del juego democrática” por parte de todos los actores políticos, en particular por los militares y los sectores más derechistas del país.

Es ese largo período de casi 12 años de Transición Política, en que se da la instalación de una Política Cultural que tiene un objetivo y misión central : colaborar activamente en la generación de condiciones para la reconstrucción de una cultura libertaria, de respeto a la expresión y creación, de valoración y reconocimiento a la pluralidad y diversidad cultural. Y esa política cultural define como instrumentos privilegiados para su desarrollo los fondos concursables. Si. Lo hace en la convicción de que una acción directa del Estado puede implicar una intervención y determinación de los contenidos culturales. Esta debatible convicción se explica en la experiencia de Censura y Control vivida en la Dictadura. Es una Coalición de Gobierno que desea responder al compromiso con los creadores para colaborar con el desarrollo cultural del país, pero que teme a las experiencias de control gubernamental de la cultura. Y creo que lo hace no sólo por la experiencia chilena de dictadura; también lo hace porque muchos de sus dirigentes vivieron la experiencia de países de la denominada órbita socialista y estaban profundamente afectados por la fuerza de la Caída del Muro. Y así esos fantasmas influyeron en la definición de nuestros instrumentos públicos para una política cultural. Pero, también, estaba la postura de activo reclamo por el aporte del Estado a la cultura desde los líderes de la Derecha y sus medios de comunicación.

Esto que, sin duda, fue una seria limitación para el desarrollo de políticas culturales en nuestro país, fue una valiosa oportunidad para centrar los esfuerzos de la Transición Política en la necesaria transición valórica de la sociedad chilena, y en ello el arte y los artistas jugarían un papel relevante. La sociedad chilena debía mirarse otra vez al Espejo, descubrirse y reinventarse. Y al mirarse en ese Espejo, como la metáfora de Alicia en el País de las Maravillas, comprender que es posible cruzar ese Espejo y descubrir mundos que antes no eran imaginados y que es `posible construir nuevas realidades.

Y por ello el FONDART se puso al centro de la polémica de la sociedad chilena y tocó tan fuerte a los centros del poder cultural. Con cientos de proyectos financiados cada año a creadores, cultores y productores culturales en todo Chile, se abrió un camino de tensión, ruptura y crisis con conceptos de arte instalados por la elite conservadora en Chile. Con estos cientos de proyectos financiados por el Estado cada año , miles de personas empezaron a develar otro Chile, un Chile más diverso, crítico, mestizo, irreverente, inconformista; un Chile que reclamaba la presencia de lo popular, un Chile que deseaba recordar y realizar procesos de memoria, un Chile que quería “hablar del pasado doloroso”, un país que anhelaba un espacio de respeto para todos, en el reconocimiento de la diversidad étnica, territorial, de género, etaria, ideológica , cultural.

Es por eso que temáticas complejas para el Chile pos dictadura, en Transición Política, son instaladas y visibilizadas por los creadores y cultores. Y se desata el cuestionamiento de la Derecha chilena y sus medios de comunicación. También la Iglesia Católica expresa su preocupación para algunas temáticas, sobre todo aquellas vinculadas a la sexualidad humana. Pero no llega allí. También miembros de la Concertación por la Democracia se dividen entre sí frente a este Fondo público y su aporte a Proyectos que generan debate público.


Momentos centrales de este complejo escenario para el FONDART se viven el año 1994. Ese año el FONDART financia tres proyectos que encenderán el debate público. Por una parte, la iniciativa de Artes Visuales presentada por creadores pertenecientes a la denominada “Escuela de Santiago”, la cual incluye una obra de Juan Dávila referida a Simón Bolívar; iniciativa en la cual todos los creadores trabajan en el soporte Postal como medio de difusión y de selección del destinatario. Como parte integrante de ese proyecto, la obra realizada por el destacado artista visual Juan Dávila generó el rechazo y reclamo oficial de las Cancillerías de Venezuela y Colombia y en Chile llenó diarios y revistas y fue noticia destacada de la televisión. A los pocos días de aparecer este tema, el Diario La Segunda titula “Con platas del Estado financias obra Gay: FONDART financia literatura de homosexuales”. Dicho diario hacía referencia a un libro de Juan Pablo Sutherland. Adicionalmente, otro medio de comunicación me contactaba para conversar sobre un proyecto de René Arcos, texto al cual, también, se le daba el carácter de homosexual y que, finalmente, no fue portada porque uno de los cuentos incluidos en el libro, había obtenido el Premio Literario de la Revistas Libros de El Mercurio.

En ese contexto de debate y cuestionamiento público de la “inmoralidad del FONDART” que planteaba El Mercurio y dirigentes de derecha; se producen tres hechos muy graves en la Concertación. El primero es que un Asesor del Ministro de Educación de la época, prepara un Informe Reservado en que afirma que el FONDART no puede financiar proyectos que afecten la Seguridad y Soberanía Nacional, vulneren símbolos patrios como la Bandera y el Escudo, y los principios morales consagradas en la constitución política; y llama a modificar el Reglamento del FONDART y las Bases del Concurso para consagrar estas materias. Otro hecho muy complejo es el pronunciamiento público de un reconocido Senador de la República indicando que el FONDART no puede financiar proyectos que vulneran la imagen o símbolos patrios chilenos y de otros países; este Senador, además, realiza gestiones privadas para que se me despida y se nombre a otra persona en el cargo de Secretaria Ejecutiva o Coordinadora Nacional del FONDART. Y el último hecho gravísimo es realizado por el Subsecretario de Educación de la época, quien solicita que se preparen listas de “comunistas” y de “homosexuales “ que han recibido apoyo del FONDART para monitorear esos proyectos y evitar escándalos

Fue un tiempo muy duro y complejo para nuestra “transición cultural”. Finalmente el claro compromiso del Ministro de Educación, Ernesto Schiefelbein, la decidida defensa de Marcia Scantlebury, a la sazón Jefa de la División de Cultura, el público y sostenido respaldo de los artistas y organizaciones culturales, junto al apoyo de varios Senadores y Diputados de la Concertación, me permitieron continuar en el cargo y, sobre todo, concordar que el FONDART no pondría límite alguno a la libertad de creación y que no existirían temas vedados.

Sin perjuicio que todos los años la prensa instalaba debates sobre ciertos proyectos, debo reconocer que más adelante primó al interior del Gobierno el pleno respaldo a la gestión y lineamientos del Fondo. Sólo años más tarde tendríamos una nueva situación de crisis de nuestro real compromiso con la libertad de creación; y ese fue el momento vivido por la obra de teatro sobre Arturo Prat, apoyada por el FONDART a un grupo de jóvenes creadores de las artes escénicas. A las críticas y cuestionamientos de agrupaciones de integrantes de la Armada en retiro, de medios de comunicación y de dirigentes políticos de Derecha, se sumó la entonces Ministra de Educación, Mariana Aylwin. La entonces Ministra fue invadida por el temor al debate con la Derecha y sectores de la Armada y fue atrapada por la confusión y el miedo; en ese contexto cometió un grave error político al no dimensionar mi compromiso con la democracia y una cultura democrática. Parece que la Ministra no sabía o bien olvidó que yo había sido parte activa de las luchas en contra de la Dictadura Militar, Y olvidó mi conducta frente a polémicas anteriores del FONDART. Y me exigió algo imposible de aceptar: que no asistiera al estreno de la obra “Arturo Prat” y no continuara expresando públicamente mi respaldo a la Compañía de Teatro que, por lo demás, enfrentaba amenazas de muerte. Por supuesto que no acepté y renuncié.

En esos diez años de trabajo del FONDART, se otorgaron más de 24 mil millones de pesos a proyectos artísticos y culturales. En todas las áreas artísticas se incrementó significativamente la presencia de obras y bienes culturales, asimismo, se instaló y legitimó desde el Estado la pluralidad y diversidad de propuestas estéticas y soportes. Junto con ello, se dio un merecido espacios a manifestaciones tradicionales de nuestras comunidades, se reconoció la importancia de la cultura de los diversos pueblos originarios, y se aportó al mejoramiento de la infraestructura cultura de nuestro país. Junto con ello, se articularon programas dentro del Estado para apoyar el desarrollo de industrias culturales y expresión de ello fue el impulso significativo al cine y el audiovisual chileno mediante una Alianza FONDART y CORFO.

Este FONDART, que inició sus pasos con 750 millones de pesos y llegó al 2002 con más de 4 mil millones, tuvo la capacidad de reformularse permanentemente, con el aporte y visión crítica de los creadores y cultores, como de sus organizaciones. Este FONDART que no sólo incrementó sus recursos, sino modificó sus procedimientos para dar mejor cuenta de la creatividad de todos y de la diversidad y pluralidad cultural del país. En efecto, en esos años se verifican cambios sustantivos como por ejemplo la creación de una línea regional del Fondo, e instalando en la regiones la decisión sobre proyectos de patrimonio cultural, de identidades culturales locales, de apoyo al rescate y puestas en valor de manifestaciones tradicionales de la cultura, y también, para definir los apoyos a iniciativas de infraestructura cultural. Un cambio muy significativo y requerido por la comunidad cultural fue la incorporación de distinciones para postular, considerando artistas jóvenes y creadores consagrados, para posibilitar una competencia más justo entre iguales. En los años 1998 al 2000 se introducen, igualmente, cambios para crear nuevas áreas de apoyo como es el caso de proyectos de fortalecimiento de orquestas infantiles y juveniles, y un área especializada y distinta a otras que históricamente apoyaban a propuestas culturales de pueblos originarios. Cada una de las modificaciones de este instrumento de financiamiento cultural fue conversada y concordada con los creadores y la comunidad cultural en general. Y siempre respetaron los principios que lo inspiraron: la libertad de creación y expresión, la evaluación de pares, el respeto a la diversidad y pluralidad cultural.

Colaborar diez años en el FONDART y contribuir para que se instalara de manera permanente como una Fuente de Financiamiento Directo del Estado al desarrollo cultural de nuestro país, a través de la incorporación de su normativa en la ley que crea el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, fue un gran ejercicio de democrático para mí y, creo , para todos los que participamos más directamente en su gestión como Laura Pizarro, Juan Gamonal, Ramón Solís y Alejandro Lazo, y por cierto para Claudio Di Girólamo y Marcia Scantlebury, quienes cumplieron una extraordinaria tarea como directores de la División de Cultura del MINEDIUC.


El Fondart, pienso, cumplió un rol decisivo en la Transición Cultural al tensionar los conceptos de arte y los paradigmas culturales; al instalar y abrir el debate sobre un conjunto de temas complejas para el Chile post dictadura como la Memoria dolorosa de las violaciones a los derechos humanos, la diversidad de género y la homosexualidad, y el sentido de los ´símbolos patrios; al visibilizar realidades omitidas o silenciadas, y al convocar a la identificación y puesta en valor de nuestro patrimonio cultural desde una mirada más amplia e inclusiva. Y porque obligó al difícil ejercicio de respeto irrestricto a la libertad de creación y difusión artística y cultural.

Al 2010 Chile no es el mismo de la década del ’90. Hoy nadie aceptaría que La Segunda titulara “Con platas del Estado financian obras gay”. Y la realidad de hoy es el fruto del comportamiento coherente de miles de creadores y cultores a lo largo y ancho de nuestro país y al decidido apoyo de casi todo el mundo político democrático.

Recordar esta historia es un necesario ejercicio de Memoria. Es un deber hacerlo para comprender de mejor manera los procesos culturales, y para impedir el silenciamiento de esta historia que es parte de la historia política de nuestro país.











viernes, 30 de julio de 2010

LA INMATERIALIDAD DE NUESTRA MATERIALIDAD:UN PATRIMONIO CULTURAL COMPLEJO Y DIVERSO

Somos un país pequeño, pero tenemos el privilegio de contar con grandes creadores. Gabriela Mistral y Pablo Neruda, dos grandes poetas e intelectuales, fueron reconocidos con el Premio Nobel de Literatura. Nuestro poeta Gonzalo Rojas, ha sido reconocido con galardones tan relevantes como el Premio Cervantes, Octavio Paz y Reina Sofía. El escritor Jorge Edwards, Premio Nacional de Literatura, ha sido valorado con diversas distinciones, entre ellas el Premio Cervantes. Por cierto, Roberto Matta es considerado uno de los grandes de las Artes Visuales Contemporáneas. Violeta Parra y Víctor Jara son grandes creadores que, recogiendo el habla, los saberes y sonidos ancestrales del pueblo chileno, han traspasado las fronteras de nuestro país para constituirse en referentes culturales del mundo. Raúl Ruiz y Alejandro Jodorowsky , junto a Juan Downey, Roberto Bolaño, Diamela Eltit, José Donoso, Isabel Allende y tantos otros y otras creadoras del Siglo XX hacen y son testimonio de una compleja cultura chilena en diálogo con y en el mundo. Elicura Chihuailaf se ha levantado no sólo como portador del habla y de la dignidad del pueblo mapuche, sino ha sido reconocido internacionalmente por la conmovedora belleza y verdad de su obra poética.

Lo que somos hoy es parte de una historia extensa y compleja que se inicia antes que España "nos descubriera". Una parte significativa de nuestra memoria e historia actual se inicia y tiene su base étnica, social, cultural y religiosa en nuestros pueblos originarios, en particular del Pueblo Mapuche. Somos un país mestizo. Somos un país parido del encuentro de los diversos, del (des)encuentro del español con el mapuche, el diaguita, el huilliche, el aymara, los coya. Somos un país parido por el (des) encuentro de criollos con habitantes de lejanos territorios que fueron traídos o desearon venir a vivir a estas tierras australes: italianos, holandeses, alemanes, chinos, coreanos, peruanos, bolivianos, ecuatorianos, ingleses. Nuestra(s) identidad(es) se ha(n ) construido y se construye(n) desde ese mestizaje y del encuentro y no encuentro con “el otro”. Pero, también, somos testimonio o herederos del (des)encuentro de prácticas sociales y creencias religiosas distintas y a ratos contradictorias. Y somos herederos de una forma de habitar Chile, de transformar la naturaleza, de una forma de construir y habitar las ciudades, de una forma o formas de organización económica y política, de una(s) forma(s) de mirarnos y relacionarnos entre nosotros y con “los otros”. Desde esta complejidad histórica y cultural, creo, surge la pregunta por los sentidos de pertenencia que abrigamos como comunidad chilena.


Y esta pregunta cobra mayor fuerza en el contexto del actual proceso de globalización. Pareciera que en un mar cultural y geográfico tan enorme podemos perder el hogar y entonces buscamos la seguridad de “lo nuestro”. Entonces, redescubrir en nuestra historia y en nuestro presente aquellos bienes, prácticas y expresiones simbólicas que conforman nuestro rico y plural mundo cultural como chilenos, es una tarea necesaria para vivir el presente con tranquilidad, con capacidad creadora y sin miedo a dialogar con otras comunidades y otras culturas. Pero ese proceso de “Memoria” no puede hacerse negando nuevamente “nuestro carácter mestizo”, como tampoco negando la tensión original: en estos territorios existían pueblos y comunidades, antes de la Conquista y de la República, y siguen existiendo hasta hoy.


En esta perspectiva, pienso que es indispensable asumir el imperativo intelectual, ético y social de comprender y trabajar con un concepto profundo, integral, complejo e inclusivo de patrimonio cultural; esto es, asumir en toda su envergadura que constituyen patrimonio cultural una diversidad de bienes, oficios, prácticas y representaciones simbólicas. Cuando hablamos de patrimonio cultural no estamos haciendo referencia sólo a edificios, lugares con valor histórico, arquitectónico o arqueológico, como tampoco sólo hacemos referencia a objetos con valor histórico, artístico o antropológico. También estamos hablando de patrimonio inmaterial o intangible. Y, para ser honestos, el enfoque de diseño institucional y legislativo históricamente en Chile, ha estado restringido al denominado patrimonio material. Entonces, el diseño de políticas públicas debe considerar esa diversidad de territorio material y simbólico que abarca lo patrimonial.


¿Pero de qué hablamos cuando decimos patrimonio inmaterial?. ¿Nos estamos refiriendo sólo a las manifestaciones culturales tradicionales de nuestras comunidades?. Mi respuesta es categórica. NO. Tal como lo señala la UNESCO el patrimonio inmaterial es un territorio cultural amplio y complejo. Patrimonio inmaterial que, sin embargo, se materializa miles de veces en diversos soportes. Patrimonio Inmaterial que “se hace cuerpo” en un objeto libro, en un trozo de lienzo que contiene la pintura de Francisco Lira o José Balmes, en las cintas y latas de película que contienen la obra “El Chacal de Nahueltoro”, o las ricas humitas que preparamos en el campo con apego estricto a la receta de mi madre y su madre.



Vamos viendo, entonces; visibilicemos algo de este patrimonio “invisible”.



Nuestra habla, nuestras lenguas son PATRIMONIO INMATERIAL FUNDAMENTAL. Recibimos un lenguaje, vivimos en sus límites y creamos mundos gracias a él. Sabemos que la palabra es la herramienta más sofisticada de la evolución humana, y que existe en su uso colectivo, por lo cual cada idioma es expresión y contribuye a conformar la cosmovisión de una comunidad.

Cuando una lengua desaparece es una cultura la que muere. Cuando una cultura muere, muere una parte sustantiva de la memoria de la humanidad. Cuando dos o tres lenguas definen las comunicaciones del mundo, lo que se ha configurado es la hegemonía cultural de unas pocas comunidades humanas sobre las miles existentes; se ha consolidado la exclusión social, política, ideológica y cultural de miles de millones de seres en la construcción del futuro. Entonces, la lucha por nuestro derecho a existir como pueblos y comunidades nacionales requiere, también, que comprendamos la relevancia de nuestro idioma y las lenguas de nuestros pueblos originarios en nuestro acervo patrimonial y en nuestra supervivencia como comunidades.

Por su parte, el arte y la literatura en tanto representación simbólica son, por cierto, también parte del Patrimonio Inmaterial. Las obras creadas por nuestros artistas a lo largo de nuestra historia, en los más diversos ámbitos, lenguajes y soportes artísticos, son testimonio de su capacidad imaginativa y creadora y, al mismo, tiempo, son expresión de un contexto social, político, económico y cultural. Textos dramatúrgicos, documentales, cine de ficción, pinturas, esculturas, grabados, obras literarias, música, tanto la composición como su interpretación, el teatro, la danza, etc., son parte relevante de nuestro acervo cultural.

Asimismo, los saberes, prácticas y oficios vivenciados por distintas generaciones, y que expresan la sabiduría humana para vivir en el mundo y para convivir con la naturaleza, que no se aprenden en universidad alguna y que, sin embargo, por su fuerza para dar respuesta a las necesidades más profundas y también cotidianas de las personas, son elementos fundamentales de nuestro patrimonio inmaterial. Y la diversidad de esos saberes, prácticas y oficios a lo largo y ancho de nuestro país, nos reitera la pluralidad de nuestro patrimonio cultural.

El folclor, sin duda es parte del patrimonio cultural inmaterial. Me refiero al Folclor, no a la proyección folclórica; esta es representación. El folclor como forma de vida de una comunidad, de cómo preparar los alimentos, los ritos familiares y comunitarios, la naturaleza y forma de la fiesta, los ritos funerarios, los bailes propios, las formas de manifestar las creencias religiosas, las formas cotidianas de vestir heredadas de una generación a otra.

Pero, qué es esto de que sea Inmaterial. Sencillo y complejo a la vez. No se puede tocar con nuestras manos. Sin embargo, como cada uno puede constatar, estas diversas manifestaciones del patrimonio inmaterial en algún momento tiene su concreción en algún medio tangible o material. Comemos un rico curanto o unas exquisitas humitas. Bailamos una cueca brava, una cueca huasa o una cueca urbana. Vemos una película chilena como El Chacal de Nahueltoro y la cinta en 35 mm está guardada para que otras generaciones también la vean. Escuchamos la música y voz de Violeta Parra en discos y tenemos registros audiovisuales de sus interpretaciones. Podemos abrigarnos con hermosos chalecos hechos con lana de oveja, hilada y teñida con tintes naturales, con técnicas ancestrales del pueblo mapuche. En fin, el tránsito de patrimonio inmaterial a material es una delgada línea. Lo relevante es comprender que no existen patrimonios culturales de menor valía. Lo relevante es comprender que lo patrimonial no se reduce a lo monumental.

Y, reitero una cuestión, a mi juicio central, y vinculada a lo anterior, es quién o quiénes definen “lo patrimonial”. Como nos recuerda la UNESCO, las personas y las comunidades deben cumplir un rol central en la identificación de los bienes, sitios, prácticas y representaciones simbólicas que estiman relevantes y, por ende, de valor para preservar a futuras generaciones. En este campo debemos reconocer que históricamente en nuestro país, la definición de lo que es patrimonio cultural ha quedado en el campo de competencias de una elite, una elite académica y social. Estoy convencida que el diseño de políticas públicas tiene que hacerse cargo de la participación de los ciudadanos y sus comunidades y de la vinculación dialogante y de cooperación entre estas comunidades y los profesionales “expertos”.


Pero, también, debemos recordar que la definición o identificación de lo patrimonial siempre implica un proceso de selección o elección. Del conjunto de nuestra memoria y bienes y prácticas con valor simbólico, redescubrimos, vemos de nuevo, aquello que siendo una parte encierra en sí misma la riqueza y verdad de la totalidad.



jueves, 29 de julio de 2010

UNA BANDERA EMBARRADA COMO SIMBOLO DEL TERREMOTO INMATERIAL DE CHILE

La tragedia del terremoto y maremoto del 27 de Febrero del Año del Bicentenario nos ha quebrado cimientos fundamentales de nuestra vida cotidiana y nos ha puesto en crisis la visión de nosotros mismos. Cayeron casas y edificios, se rompieron puentes y carreteras; en zonas costeras, se desplazaron embarcaciones al centro de las ciudades mientras las calles de muchos pueblos eran verdaderos ríos. La muerte se instaló en cientos de familias y el miedo aún nos recorre por las venas, sobre todo porque los movimientos telúricos no han cesado en el centro y sur de nuestro país. Los lugares de refugio y de salud se convirtieron en espacios de silencio o muerte. Las referencias de cada localidad y ciudad del centro y sur de Chile han sido trastocadas; y la geografía, dicen, ha sido torcida y transmutada.

Siento y pienso que la tragedia es muy profunda. No son sólo cerca de 200 mil casas dañadas, hospitales y escuelas destruidas y caminos cerrados. El terremoto y el tsunami destruyeron nuestro Hogar; aquel espacio ciudadano construido a lo largo de varias generaciones, la Patria de la Infancia como dijera Gabriela Mistral. Una parte sustantiva de las huellas de nuestros padres y de nuestras madres, de nuestros abuelos y abuelas, de nuestras propias huellas, se han borrado. Se han borrado en Curepto, en Lolol, en el Barrio Yungay, en Constitución, en Talca, en Talcahuano, en Los Ángeles, y en tantos lugares. Donde existían edificios, casas, hospitales, locales comerciales, liceos y escuelas, primero quedó barro, maderas, tejas y pedazos de muros, y hoy sólo existen cientos de espacios vacíos.


También, en esta tragedia el Espejo nos mostró un rostro de nosotros que nos duele. Esa parte del alma de Chile que arrasa con el hermano cuando está más dolido y necesitado. Esa parte del alma nuestra que se hace más insaciable por tener bienes cuando el riesgo a la muerte se hace más presente. Y vimos un Chile con miles de fragmentos visibilizados por la fragmentación de la tierra. Seres humanos tratando de obtener agua y saber de sus hijos(as) y parientes desaparecidos, mientras otros llenaban sus lujosos autos con mercadería prescindible. Pero, igualmente, vimos periodistas en éxtasis mostrando sólo parte de los trozos fragmentados de este Chile y silenciando la nobleza de muchos y muchas, tal vez porque no era “rentable”.

El terremoto visibilizó, también, la precariedad de conservación de parte de nuestros acervos culturales. Más del 30% de los Monumentos Nacionales Históricos y Zonas Típicas de las regiones afectadas por el Sismo, han sufrido gravísimo daño y otro tercio sufrió de significativos daños. Iglesias del siglo XVII y XVIII simplemente se derrumbaron, y edificios emblemáticos para Chile y muchas generaciones de talquinos como el Liceo Abate Molina y el Museo O`Higginiano y de Bellas Artes de Talca están en serios riesgos, mientras comunas completas como Curepto o Cobquecura ya casi no existen.

Pero, la destrucción de este Sismo es, también, inmaterial. El Sismo nos ha quitado muchas de nuestras referencias, de nuestras huellas y de nuestros testimonios. Este otro terremoto, el terremoto de la Memoria es una fractura muy profunda al alma de muchas comunidades y miles de compatriotas. Se les han desparecidos sus testimonios, sus huellas, sus referencias, los espacios de sus recuerdos personales, familiares y comunitarios. Justo en un momento histórico en que estábamos asumiendo con tanta fuerza como sociedad chilena, la amplitud e importancia de la Memoria y el Patrimonio Cultural. Un patrimonio cultural comprendido en su profunda e indisoluble vinculación con la geografía y la naturaleza. Un momento en que explicitábamos nuestra comprensión sobre la necesidad humana y el Derecho y Deber de Memoria y de Patrimonio Cultural. Necesidad , derecho y deber, también ,para redefinirnos como país mestizo, multicultural y multiétnico y geográficamente diverso.

Y esa bandera partida, embarrada, levantada por un hombre joven en Constitución, en medio de tanta fragmentación del rostro de Chile, siento y pienso que adquirió tanta fuerza e impacto en todos nosotros porque apeló a esa memoria ancestral de comunidad, recordándonos que somos una COMUNIDAD, con pasado y con futuro; recordándonos, también, que el himno nacional y la bandera de un pueblo o país son parte sustantiva de su Patrimonio Cultural. En ellos se condensa una historia luminosa y dolorosa compartida, un sentido de pertenencia y una Voluntad de Ser, como decía Gabriela Mistral.

Ahora la pregunta que inevitablemente surge es ¿qué se reconstruirá?. ¿Quiénes y dónde se definirá lo que se demolerá y lo que se recuperará por la importancia patrimonial que conlleva? . Existe un riesgo muy alto en algo aparentemente bondadoso; me refiero a las donaciones para reconstruir pueblos y ciudades. ¿Será el Donante quién definirá cómo se construye Cobquecura,Iloca, Dichato, Lolol, Constitución o Talca?. O será la comunidad de cada ciudad o comuna, con sus organizaciones y ciudadanos, y el apoyo de arquitectos, ingenieros, historiadores, universidades regionales, quienes definan cómo será su ciudad o pueblo después del terremoto y tsunami. El riesgo se limita cuando el Donante DEBE entregar su aporte para desarrollar el Proyecto de Recuperación Patrimonial y Reconstrucción de “la ciudad “ o “Pueblo” , que la ciudadanía ha definido con el aporte de profesionales especializados.

Por otra parte, resulta preocupante el accionar de muchas autoridades locales y regionales , caracterizada por la desidia para dar respuesta clara a las personas y comunidades sobre cuáles serán los apoyos económicos efectivos para la restauración patrimonial. Peor aún, algunas autoridades han simplemente entregado la definición de un denominado Plan de Reconstrucción a empresas constructoras o consultoras , sin consideración opinión de los ciudadanos y de los especialistas en patrimonio cultural. En Talca, incluso, se ha propuesto crear un Banco de Propiedades para vender bien  y al mejor postor construcciones y sitios de gran valor histórico.

La pregunta es si seremos capaces como país de reparar el fino tejido de una parte de nuestra memoria y de nuestros acervos culturales que hoy están dañados. De no hacerlo así, la Bandera embarrada terminará por romperse.