lunes, 13 de septiembre de 2010

Político o Parlamentario, usted elige, pero las dos “cosas”: NO

La decisión de cuatro Diputados de adherirse a la Huelga de Hambre que 34 comuneros mapuches mantienen por ya 63 días, ha dado pie para afirmaciones insólitas de ministros de Estado, de parlamentarios de Gobierno y de algunos periodistas. Estos “expertos “nos han recordado que los parlamentarios deben dedicarse a legislar y no a meterse en temas o conflictos sociales. Dicen “o son parlamentarios o se dedican a politiquear”. Perdón, creo no entender. Disculpen que sea tan tonta, ingenua o ignorante. No sabía que las personas elegidas por la ciudadanía para integrar el Parlamento eran “apolíticas”. Disculpen, me aferré a la vieja y extendida noción de la política como la preocupación por la “ciudad” o sociedad, por su gobierno, por su desarrollo, por la representación de intereses de sectores de la sociedad que nos enseñaron desde la antigua Grecia como la Política. Perdonen, creí que los parlamentaros eran políticos, que por eso los elegíamos, para legislar y representarnos en nuestras preocupaciones, intereses sociales, culturales, económicos, ideológicos, medio ambientales, etc.

Disculpen, creí que los políticos podían llegar al Parlamento. Creí que los parlamentarios eran políticos. Lo siento, perdón, creí que los parlamentarios debían y podían expresar legítimamente su apoyo y respaldo a causas nobles de la sociedad, y relevar – hacer más visibles- los problemas que la sociedad y el Gobierno deben resolver.

Y sí, perdón, me casé con un político; un político que luchó contra la Dictadura en nuestro país. Un político a carta cabal. Un político que ha sido elegido sies veces por la ciudadanía de Talca para ser Diputado, y que felizmente no ha olvidado que es un político, y que por ello es su deber preocuparse y ocuparse de los temas que más le afectan a nuestro pueblo.

Gracias a Dios que aún quedan parlamentarios políticos y políticos que son elegidos para integrar el Parlamento. Y gracias a estos cuatro Diputados por ayudar a visibilizar una dramática y compleja situación que afecta a diversas comunidades mapuches y a sus dirigentes presos y en huelga de hambre; huelga de hambre que casi no existía en los noticieros de televisión y en las páginas de diarios y revistas. Algo han ayudado “estos ridículos diputados” para que tomemos conciencia de la urgencia y relevancia de asumir este tema como país.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La música: manifestación de la capacidad creadora del ser humano y un acervo fundamental para la construcción de imaginarios colectivos y sentidos de pertenencia.

La decisión de la Cámara de Diputados de Chile de legislar para exigir que, a lo menos, un 20% de la música difundida por las radioemisoras sea aquella creada o interpretada por chilenos y chilenas, ha desatado la crítica y rechazo de la ARCHI pues, a su juicio, amenaza la libertad de expresión consagrada en la Constitución Política.

Los detractores de esta decisión de legislar a favor de una mayor difusión de la música nacional nada dicen sobre la propiedad extranjera de la inmensa mayoría de las radioemisoras de nuestro país y que, por ende, responden a políticas editoriales y comerciales de otros países latinoamericanos, europeos o norteamericanos. No es casualidad, entonces, el gran espacio que esas cadenas radiales dan a determinados artistas, casi siempre de otros países y de grandes sellos extranjeros. Más aún, muchas veces creadores(as) e intérpretes chilenos(as) son difundidos en las radios porque resulta evidente que la ciudadanía los está escuchando por otros canales o vías. La ARCHI nada dice, tampoco, sobre el positivo efecto que han tenido legislaciones de cuotas consagradas en países como Argentina, Brasil, Francia y México, entre otros; allí donde se han consagrado espacios para que la ciudadanía pueda conocer a sus músicos y escuchar sus obras, se ha generado una conciencia de valoración de la creación de sus artistas y esas obras han contribuido a conformar nuevos imaginarios, nuevas referencias simbólicas y, también, han contribuido a constituir nuevos elementos identitarios o a reforzar y enriquecer los existentes.

La ARCHI y los detractores a una Política Pública que asegure una mínima condición de equidad para nuestra música, olvidan o pretenden olvidar la importancia de ésta como expresión de la creatividad del ser humano que habita un territorio geográfico y simbólico. Les conviene olvidar que la música, también, es manifestación de la cosmovisión de una comunidad, de sus orígenes más profundos y de sus propios sueños de humanidad; la música es también expresión de los sentidos más esenciales del estar y habitar el mundo en un tiempo dado, de los ritmos, de los silencios, de las formas de celebración, de los ritos, de relatar la propia historia, de memoriar y visibilizar lo invisibilizado.

Entonces, tenemos derecho como sociedad a decir BASTA. Ese espacio virtual comunitario que usan las radios y la televisión no puede usarse sólo para difundir los imaginarios de creadores y cultores de España, Estados Unidos y de otras comunidades nacionales. Peor aún, no puede usarse sólo para difundir e instalar imaginarios útiles a grandes conglomerados económicos e ideológicos transnacionales.

Esta potente señal del Parlamento de reconocimiento a la relevancia de la música en la construcción de imaginarios sociales, creo , también, nos invita a observar la negación,  omisión, silenciamiento de la música de raíz folclórica o tradición oral y de la música popular, por parte del Premio Nacional de las Artes Musicales. No se trata de objetar las competencias de la actual galardonada con este Premio, más bien es necesario tomar conciencia sobre la tremenda deuda que tenemos desde el Estado, en este Gobierno y los anteriores, para reconocer manifestaciones populares de nuestra música , la cual, por lo demás, ha tenido y tiene grandes y extraordinarios cultores.